Los jugadores son culpables
El fútbol es a veces tan injusto que se ceba con el más débil. En una batalla de once contra once el juez mediador es el que está más desamparado. Que los árbitros son malos -y humanos- lo sabemos todos. Pero una cosa es no querer ver más allá de las propias narices y echar la culpa al que pasaba por allí y otra muy diferente es ser un hipócrita integral. Athletic Club y Real Madrid ofrecieron un espectáculo lamentable, fiel reflejo, aunque algo desproporcionado, de lo que se ha convertido la Liga española. Los jugadores, sin vergüenza ninguna, campan a sus anchas engañando a los árbitros y a sus propios aficionados.
Muñiz Fernández, alias el Gominas, dista mucho de lo que se espera de un buen profesional. Su pose dictatorial, poco dialogante y, en ocasiones, arrogante demuestra su incapacidad para ser árbitro de Primera... pero ya que está ahí, a los que son malos hay que ayudarles. Todo lo contrario fue lo que hicieron los jugadores en San Mamés, que convirtieron el impoluto césped bilbaíno en una batalla campal. El Athletic y San Mamés han encarnado tradicionalmente en España los valores del fútbol británico, pero si Bill Shankly hubiera visto el partido del sábado se le hubiera caído la cara de vergüenza.
Huntelaar, Aitor Ocio, Yeste, Heinze, Amorebieta, Llorente, Lass, Koikili, Pepe, Gurpegi... y hasta Casillas. ¿Por qué se aprovechan los jugadores? En la Liga española los jugadores tienen una libertad absoluta para ensuciar su profesión. En Inglaterra e Italia los jugadores que intentan engañar, aunque solo lo intenten, son duramente sancionados por la Federación. Las asociaciones de futbolistas están completamente concienciadas sobre cómo deben actuar los profesionales en los campos de fútbol y si no lo hacen, también son sancionados.
Mientras tanto, la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) sólo se moviliza cuando hay impagos. No hay ningún organismo en nuestro país que tenga la simple pretensión de regular todo este tipo de acciones que ensucian el deporte. Así que estén tranquilos, en nuestros campos no nos seguirán faltando piscinazos, codazos, simulaciones, insultos a los árbitros, provocaciones, entradas agresivas...
Muñiz Fernández, alias el Gominas, dista mucho de lo que se espera de un buen profesional. Su pose dictatorial, poco dialogante y, en ocasiones, arrogante demuestra su incapacidad para ser árbitro de Primera... pero ya que está ahí, a los que son malos hay que ayudarles. Todo lo contrario fue lo que hicieron los jugadores en San Mamés, que convirtieron el impoluto césped bilbaíno en una batalla campal. El Athletic y San Mamés han encarnado tradicionalmente en España los valores del fútbol británico, pero si Bill Shankly hubiera visto el partido del sábado se le hubiera caído la cara de vergüenza.
Huntelaar, Aitor Ocio, Yeste, Heinze, Amorebieta, Llorente, Lass, Koikili, Pepe, Gurpegi... y hasta Casillas. ¿Por qué se aprovechan los jugadores? En la Liga española los jugadores tienen una libertad absoluta para ensuciar su profesión. En Inglaterra e Italia los jugadores que intentan engañar, aunque solo lo intenten, son duramente sancionados por la Federación. Las asociaciones de futbolistas están completamente concienciadas sobre cómo deben actuar los profesionales en los campos de fútbol y si no lo hacen, también son sancionados.
Mientras tanto, la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) sólo se moviliza cuando hay impagos. No hay ningún organismo en nuestro país que tenga la simple pretensión de regular todo este tipo de acciones que ensucian el deporte. Así que estén tranquilos, en nuestros campos no nos seguirán faltando piscinazos, codazos, simulaciones, insultos a los árbitros, provocaciones, entradas agresivas...
1 comentarios:
Los jugadores son responsables de lo que como "deportista" le corresponde trabajar.
Un equipo de fútbol no es sin grupo y el grupo forma parte de una Institución deportiva, con lo que influyen varios factores y funciones en el desarrollo de la competición: JUGADORES, TÉCNICOS, DIRECTIVOS, PROFESIONALES Y AFICIÓN, no la olvidemos.
Un saludo cordial.
Carlos Fernández
Publicar un comentario