Una década de ansiedad
No llegan a ser los 100 años de soledad de Gabriel García Márquez, pero 10 años sin ganar al eterno rival es un suplicio para los aficionados rojiblancos. Más que un suplicio se trata de un estigma que llevan grabado a fuego y que se aviva en la semana previa al gran derbi. Todos son alabanzas a los colchoneros, que si llegan más enchufados, que si es el momento, que esta vez no se le va a escapar... Pero el cuento termina siempre con el mismo final: los blancos son los que se casan con la princesa, viven felices y comen perdices.
El tremendismo que crea el ambiente rojiblanco en todos los derbis hace que los atléticos afronten con una pesada losa psicológica los noventa minutos, una tensión y ansiedad difícil de quitarse de encima. Hasta hace poco toda esa enorme carga la soportaba un solo hombre, Fernando Torres, el mártir de la causa rojiblanca que sufrió en sus carnes (y seguro que en su mentalidad) la divinidad de Iker Casillas. Cuando todas las miradas se centran en ti y el corazón puede más que la cabeza, acabas por desesperarte.
El Niño, santo y seña, historia rojiblanca, ya no está y nadie ha recogido la pesada carga de llevar los sentimientos de toda una afición a sus espaldas. Eso es lo que alivia, en parte, al Atlético, aunque continúa sin ser suficiente para ganar un partido. Quizás sea por eso, porque los atléticos no se toman un Madrid-Atleti como uno más, sino que la ansiedad y las ganas aún no se han esfumado del entorno colchonero.
Pero si el Kun, Forlán, Simao, Maxi, Assunçao, Leo, Pablo, Antonio López se toman el partido como lo que es, un encuentro y no una final, el Atlético tiene pólvora para ganar al Madrid y curarse, de una vez por todas, su miedo escénico.
El tremendismo que crea el ambiente rojiblanco en todos los derbis hace que los atléticos afronten con una pesada losa psicológica los noventa minutos, una tensión y ansiedad difícil de quitarse de encima. Hasta hace poco toda esa enorme carga la soportaba un solo hombre, Fernando Torres, el mártir de la causa rojiblanca que sufrió en sus carnes (y seguro que en su mentalidad) la divinidad de Iker Casillas. Cuando todas las miradas se centran en ti y el corazón puede más que la cabeza, acabas por desesperarte.
El Niño, santo y seña, historia rojiblanca, ya no está y nadie ha recogido la pesada carga de llevar los sentimientos de toda una afición a sus espaldas. Eso es lo que alivia, en parte, al Atlético, aunque continúa sin ser suficiente para ganar un partido. Quizás sea por eso, porque los atléticos no se toman un Madrid-Atleti como uno más, sino que la ansiedad y las ganas aún no se han esfumado del entorno colchonero.
Pero si el Kun, Forlán, Simao, Maxi, Assunçao, Leo, Pablo, Antonio López se toman el partido como lo que es, un encuentro y no una final, el Atlético tiene pólvora para ganar al Madrid y curarse, de una vez por todas, su miedo escénico.
1 comentarios:
Hombre, si en un derby le anulan un gol completamente legal a Perea (el único que ha metido en su vida) y en otro no le pitan a Júntelar un fuera de juego de dos metros, normal que el Atlético lleve una década (que en rigor son ocho años, en España todavía no se ha hecho nada parecido al Moggigate y los dos equipos de Madrid no han coincidido en Segunda, todo se andará) sin ganar a su eterno rival. Jugando contra 14 es más complicado.
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