Venta de sentimientos

El fútbol comienza a dar pasos cada vez más agigantados para dejar de ser un deporte. No sabemos si pasará a convertirse en un espectáculo en el que los aficionados se reservan para el marketing y la venta de camisetas o si se convertirá en puro negocio de empresas inversoras, que ven en el fútbol una vía fácil para hacer dinero. Enrique Pina es el primero que ha puesto a la venta los sentimientos de una afición, que no puede hacer nada ante el poder del dinero.

El Ciudad de Murcia ha vendido su plaza de Segunda división al Granada 74 Club de Fútbol SAD. El actual presidente del Granada 74, Carlos Marsá, ha pagado alrededor de 20 millones de euros a Enrique Pina para que este club granadino pueda jugar la temporada que viene en la división de plata del fútbol español, con el beneplácito de la Federación. Pina ha demostrado que se puede ser tan rastrero para vender un club como para, un día más tarde, comprar otro. Hoy ha adquirido el 78% de las acciones del Cádiz, convirtiéndose en el nuevo presidente del club gaditano. Y mientras tanto los aficionados del Ciudad los únicos perjudicados, sin equipo y con la ilusión por los suelos destrozada por un montón de euros.

Un solo hombre con el suficiente bolsillo puede comprar un derecho que, en teoría, está reservado a aquel que lo merece. Como merece permanecer el Ciudad de Murcia en la Segunda división española, por méritos y por toda una afición que está tras ellos.