Viviendo del pasado

Ayer me dieron ganas de llorar. Ver como un equipo se puede arrastrar tan tristemente por un campo de fútbol, no representa los colores que yo siento. Nunca en los gloriosos 104 años de historia del Atlético de Madrid sufrió una derrota tan humillante; nunca en mi vida había pasado tanta vergüenza de mi equipo. Ni siquiera cuando tenía que batirse el cobre en campos de segunda un año sí y otro también; ni cuando iba al colegio los lunes en que perdíamos y el vecino ganaba; ni siquiera cuando teníamos (y tenemos) que ver en la tele a los equipos españoles conquistando títulos europeos. Eso no nos avergonzó, nos hizo fuertes para seguir sintiéndonos orgullosos de unos colores, un club centenario que nos ha dado muchas alegrías. Pero la realidad es esa, "nos ha dado alegrías". Ahora mismo, el Atlético no es ni la mitad del Atlético de los años 70, década en la que besó el cielo disputando una final de la Copa de Europa y, un año más tarde, conquistando la Intercontinental. 3 Ligas, 2 Copas del Rey y la Intercontinental avalaban, en esa década, a uno de los mejores clubes del mundo. Ni siquiera se puede comparar al Atlético "rey de copas" de los años 90, en los que conseguía pintar la cara al Real Madrid en su propio estadio. Ni mucho menos se parece al equipo del histórico doblete 1995/1996, que arrasó en España y volvió a poner de manifiesto el dominio rojiblanco.

Pero los jugadores actuales no representan, ni un ápice, a la afición rojiblanca. Los Aragonés, Adelardo, Irureta, Futre, Schuster, Alfredo, Pedro, Tomás, Kiko, Pantic, Simeone o Caminero sellaron sus nombres con letras de oro en el libro histórico del club. Los Eller, Seitaridis, Cuellar, Galletti, etc., pasarán a la historia por ser el equipo que encajó la mayor goleada en la historia del Atlético en su propio estadio. Partiendo de esa base, tenemos que dejar de refugiarnos en el pasado, ya no somos un equipo grande. Un equipo grande no consiente un 0-6 en su propio estadio porque un equipo grande tiene jugadores grandes. Jugadores que le duele en el alma, que le ningunee aunque sea un equipo tan poderoso como el Barça. El partido de ayer se fue al descanso con 0-3, al igual que el histórico Aleti-Barça del 30 de octubre de 1993 en el que el Dream Team de Cruyff se puso 0-3, en apenas 20 minutos, con un hat-trick del milenario Romario. Pero esos jugadores sentían la camiseta, las rayas rojiblancas, y levantaron al Atlético y a la afición remontando el partido y haciendo sentir a los aficionados verdaderamente orgullosos de su equipo. Terminaron 4-3, como verdaderos héroes.

Los jugadores de este Atlético no tienen ni alma, ni corazón, ni sentimiento rojiblanco. Pero no es sólo un problema de la incompetencia manifiesta de ciertos jugadores, los medios de comunicación publican mucho humo con tal de vender los periódicos que les haga falta. El club está viviendo la peor época de toda su historia pero las radios y los periódicos disfrazan este fracaso por puro interés comercial. El problema, quizás, esté mucho más arriba, en el seno de la directiva del club. 20 años en la presidencia de la familia Gil son muchos y, como todo, tiene su fin. La gestión ha estado salpicada de algunos éxitos y numerosas polémicas (incluso ha sufrido el fallecimiento del ex-presidente Jesús Gil), pero pocas veces ha parecido un club serio. Nada parece estar a la altura que exige un club como el Atlético. Solamente hay un jugador que hace honor a los 104 años del Atlético de Madrid. Será porque ha mamado desde pequeño los entresijos del equipo, porque conoce quién es Gárate, Escudero o Luiz Pereira. Fernando Torres volvió a demostrar que él es lo único parecido que tiene el equipo rojiblanco a un jugador de fútbol, comprometido con su club y sacrificado por toda una afición. Ha sido muchas veces ofendido y criticado a mala fe, aún a sabiendas de que él es el único que da la cara en todo momento, al igual que lo hizo ayer. Viendo su sufrimiento e impotencia en los últimos minutos del partido, parece que lo más beneficioso para el Niño es que vaya a un equipo en el que de verdad se sienta respaldado y pueda ser grande.

No Cuellar, no es jodido ser portero, es jodido ser del Aleti con la imagen que está dando este equipo en los últimos años.