No extraña nada
Todo aquel que entienda un poco de fútbol puede que no le extrañe (dentro de la barbaridad) lo ocurrido esta noche en la vuelta de la Copa en Sevilla. A cualquier cafre le vale la punta de un lápiz para crear una montaña. Y quizá haya tenido algo que ver la bochornosa actuación de los directivos de los dos clubes más grandes de Andalucía, una actitud más propia de un jardín de infancia. Del Nido se niega a aceptar un recordatorio del centenario del Betis por estar en el lugar de la entrega un busto del ex-presidente Lopera (estratégicamente colocado por la directiva verdiblanca). De ahi al lío. Del Nido a una esquina del palco, insultos, empujones... Pero las dos semanas que han precedido a este partido de vuelta no han echo más que calentar el ambiente, de nuevo motivado por las niñerías de los señores del palco.
Si los mimos directivos son los que crean este ambiente de crispación y de lucha constante, puede que haya sido, incluso, normal que una botella haya impactado en Juande Ramos, como podía haber impactado en el linier, en el árbitro, en Cristobal Soria o en un jugador del Betis. Probablemente la solución de este problema no esté en manos de la Federación, que lo único que hará es multar económicamente al Betis, debido a los últimos precedentes. Los que han creado el problema son los que lo deben solucionar. Del Nido ha dado el primer paso (raro en él, estará madurando) y no ha querido echar leña al fuego, como en otras ocasiones. La bola está en el tejado de Pepe León (mejor dicho, de Lopera), que debería tener la deferencia de pedir el cierre de su propio estadio por vergüenza propia y por haber ensuciado el día de Andalucía.
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